viernes, 1 de noviembre de 2013

Reflexionando Cyrano

Tras leer Cyrano de Bergerac de Rostand, unas palabras me vinieron a la mente... y a la pluma.

A ojos del mundo
un espadachín
feo, narigudo y respondón.

Una vida de poesía,
de lucha,
 por hacerse respetar.

El que menta su nariz,
se introduce
en buena lid.

De su pluma sale un paraíso
que la dame desconoce
que al rudo pertenece.

Christián y Cyrano
la conquistan 
de la mano.

El uno pone la belleza,
como en un estanque
Apolo.

El otro el alma da,
escondiendo su reflejo
tras la pluma y el tintero.

Mas la guerra dura es y Roxana queda viuda,
sin saber que en su interior,
su amor lidia con la duda.

En el postrer final cuando Caronte
casi su óbolo reclama,
la dama descubre en Cyrano, su primo,
que es su alma a la que ella ama.

No queda a la altura de tan magna obra, pero espero que lo disfrutéis. 

viernes, 14 de junio de 2013

"De cuerpo presente. Vida, anécdotas y curiosidades de trece sepultureros." De Jesús Pozo.

Cuando estás leyendo este libro en un lugar público (el metro o el bus, una sala de espera...) la gente se queda mirando la portada. Y luego a ti, que notas sus ojos posados en tu cara, como buscando una señal de rareza. Resulta divertido, la verdad. Pero también te llegas a dar cuenta de lo poco aceptado que tiene la gente el tema de la muerte, y lo mal vistos que podemos llegar a estar aquéllos que nos interesamos por ella.

Y no es porque hayan leído el título, sino porque, como se puede ver en la foto, un gran ataúd blanco resalta sobre el oscuro fondo, llamando poderosamente la atención. Aunque, tirando de romanticismo, las hojitas verdes que asoman por los bordes, recuerdan que la vida siempre está presente.



Este panorama de "señalar con el dedo" contrasta con el que te encuentras en las páginas de Pozo, en la que los protagonistas de cada uno de los capítulos tratan cada día con ese punto del final de la vida. Con cuerpos exánimes y con las almas de los familiares. No sabemos cuál de los dos puntos puede llegar a ser más complicado. Depende de los casos. Como todo en esta vida. No ahondaré en esta parte, para que cada uno descubra aquéllo que Jesús está dispuesto a dar. 

Se nota que Jesús es periodista. Los capítulos son como pequeños artículos en los que los datos son profusos, y en los que se advierte la avidez de buscar la fuente continuamente. Pero además de las historias que cada uno de los enterradores cuenta, Jesús aprovecha un dato concreto de los que éstos le dan para profundizar en un tema funerario diferente en cada capítulo. 

Divulgador nato, nuestro amigo Jesús, es el primero en crear una revista dedicada exclusivamente al tema mortuorio. Adiós crea furor entre los, como yo, amantes (incluso adictos) del arte, historia y novedades de estos temas, para otros tan escabrosos.

Si Paco (Fran) Belmonte, que encabeza la lista de profesionales, le comenta que trabaja en el cementerio de San Justo, en Madrid, Jesús aprovecha y habla también del camposanto colindante, el de San Isidro. Lo mismo ocurre con el segundo epígrafe, en el que hablan los antiguos responsables del Británico de Pontevedra. Además de las vivencias de este matrimonio, podemos adentrarnos en la realidad del resto de cementerios británicos de España.

Nos documentamos sobre la guerra española del 36, sobre la actualmente maltrecha congregación de fossores; nos hacemos conscientes de los distintos tipos de cementerios: grandes, pequeños, clásicos, los que parecen parques, los que están entre los abarrotados montes gallegos y que son casi imperceptibles... Nos ponemos al día y vemos cómo las nuevas tecnologías llegan a las sepulturas (sí, sí, a los enterramientos) y a las aplicaciones de los dispositivos móviles. Todo se renueva, tanto los nichos como la manera de visitar los cementerios. Nuevos métodos higiénicos que van de la mano de la técnica y la tecnología, como nuestros teléfonos o iPad para hacer el Más Allá más cercano del Más Acá. Averiguamos de igual modo cómo este trabajo no es sólo cosa de hombres, y cómo las visitas a los familiares difuntos comienzan a ser, por lo general, cosa del pasado poco a poco.

Es una lectura directa, cruda en ocasiones. Jesús no se anda con tapujos a la hora de preguntar a los enterradores qué objetos se encuentran dentro de los féretros cuando han de exhumar, o cuáles han sido los requerimientos más extraños de los familiares a la hora del enterramiento. 

En resumen, De cuerpo presente pone al día de los quehaceres funerarios y abre los ojos a los "vulgares mortales" de las realidades, inhumando los mitos y leyendas de las mentes; historias que, en realidad, nunca dejaremos de desenterrar, por muchos años que pasen. Ahí radica, en mi opinión, el punto de partida para empezar a preguntarse sobre el quid de tantas cosas que hoy en día son como son. 

Y como la incineración es un método que está en auge, no puedo resistirme a finalizar con una máxima por todos conocida: en polvo te convertirás

FELIZ VIDA






jueves, 6 de junio de 2013

"Memorias de un enterrador". De Francisco Belmonte.

Al adentrarnos en la narrativa de Fran, nos vestimos de historias; y de Historia. Porque lo que aparentemente parecía un recopilatorio de historias modernas, se presentó como un auténtico libro sobre el  pasado. 

Imágenes en sepia y blanco&negro se suceden unas a otras llenas de una intriga que sólo había descubierto antes en la novela. La realidad supera siempre la ficción. Y el libro de este joven enterrador es la prueba viviente.

Porque aunque, a veces, nos quedemos en la superficie pétrea de los cementerios, con sus lápidas y panteones, la tierra tapa todas las vidas que un día fueron. Y así nos las ha ofrecido, en hoja de plata, mediante una escritura barroca y sublime, que parece pertenecer a tiempos remotos.

Con la misma naturalidad con la que me imagino a Fran haciendo su trabajo de sepulturero del siglo XXI, con tantos años a la espalda de esfuerzos de riñón y pesos que han formado esos hérculos brazos repletos de tinta (como sus historias), con esa facilidad, nos deleita con vidas de película, pero que un día fueron verdad.

Quién sabe... puede que algún día, cuando todo haya acabado, alguien se interese por nuestra historia, como él lo ha hecho con esos nombres cincelados en la piedra, pertenecientes a asesinos y asesinados, militares y civiles... hombres y mujeres al fin y al cabo.

Por exigencias editoriales, tendré que agachar la cabeza ante el formato digital para poder disfrutar del to be continued que el escritor propone en sus últimas páginas. Suena manido, pero es que...


NO SOMOS NADIE



martes, 4 de junio de 2013

"Aquí yace... o no". De Marta Sanmamed.

La muerte es un momento duro. Para el que se queda, claro. En cuanto al que se va... quién sabe. Pero para los que nos hemos quedado, por mucho que lo hayamos pasado mal más o menos tiempo, la muerte ha causado curiosidad. Me pongo a la cabeza de la lista, por aquello de que estoy hablando en primera persona. 

Entrar en un grupo de admiradores de los cementerios en una red social ha causado la mofa de muchos de mis conocidos. Pero el humor prevalece y la cultura crece. Por eso, cuando me encontré con que en el grupo de cementerios europeos, una de las compañeras había escrito un libro sobre éstos, una de mis prioridades literarias fue conseguir su obra. 




Con una prosa exquisita, de andar por casa pero con muy buena hechura, Marta trata el tema de la muerte y el arte relacionado con ella de una manera amena y divertida. Se te escapan sonrisas, incluso se te mete en el pecho una risilla floja al leer algunos de sus párrafos. No podemos dejar de lado la emoción cuando trata temas que de algún modo u otro, por identificarnos con el tema o por ponernos en el lugar del prota, nos tocan la patata

Viajas por España y sus recónditas ciudades de la muerte. Unas las conocía personalmente; otras sólo de oídas; y algunas me han sido presentadas en estos días gracias a la Sanmamed

También se te ponen delante personajes de los que no tenías noticia: algunos, ya crían malvas, pero otros siguen en este mundo, aportando sus visiones sobre la muerte y sobre los cementerios. Por ello, la información recibida gracias a esta escritora es impresionante. Sólo hace falta tener ganas y tirar del hilo para seguir descubriendo.

Deleitarse con su manera de escribir y con las historias y curiosidades que narra es una actividad que recomiendo a todos los mortales antes de que la parca nos dé un susto. 

Y por supuesto, salir de casa y patear por estos camposantos, museos al aire libre. 

Que cuantos más seamos los que nos maravillamos con sus formas, más nos tendrán en cuenta para que no se los lleve por delante el tiempo... ni los bulldozer.


lunes, 11 de febrero de 2013

La nueva ficción espacial de Stanislaw Lem.


 Criados por la habitual literatura de ficción espacial, al leer “Solaris” todos los esquemas se nos vienen abajo. La búsqueda de vida en otros planetas no es como la hemos imaginado hasta ahora, sino que nos encontramos ante nada, aparentemente. Pero esa nada es a la vez ese todo. Y el todo es el océano del planeta Solaris.
Su capacidad de asombrar es tan grande que ni siquiera los investigadores han sido capaces de ponerle un nombre para clarificar las teorías en torno a él. O mejor dicho a Él, porque el gran mar es tratado como un dios. Un dios que queda fuera del alcance de los tripulantes de la estación, del que no se puede explicar nada con claridad. Pero la claridad de pensamiento es difícil en Solaris precisamente debido al planeta en sí. El océano se inserta en las mentes de los científicos (Sartorius, Snaut y Kelvin) que habitan en la base ubicada en el planeta. Hace que de sus más profundos pensamientos y recuerdos, nazcan unas criaturas materiales que se presentan ante ellos como seres humanos aparentemente normales. Pero inmortales como podrán ir comprobando a lo largo del tiempo.
La convivencia con estas criaturas (réplicas, si se quiere) no es tarea fácil. En realidad éstas actúan de acuerdo a los procesos mentales que se llevan a cabo en las mentes de sus “dueños”. En el caso del protagonista, Kris Kelvin, trae a la vida en Solaris a Harey, su difunta esposa. Él sabe que aquello no es lógico, pero actúa ante ella como si nada le hubiera ocurrido. A la vez, se despiertan en él el miedo y la vergüenza al sentirse culpable de su muerte.
El resto de los personajes tiene su propia guerra con sus visitantes. Ninguno de los otros dos quiere que Kelvin los vea, pero Kelvin sí que sale a hablar con ellos acompañado por Harey. Es como si quisiera creer que Harey sigue viva, a pesar de una primera intención de deshacerse de ella, tras la que la figura volvió a visitarle.
Es interesante ver los procesos mentales tanto de Kelvin como los de Harey en el final del libro. Los de Kris, aunque tamizados por la locura que el mar le ha impuesto, están caracterizados por una gran lucidez, incluso si tenemos en cuenta el final del libro y su inmolación. Los de Harey, a pesar de su condición “fantasmal” y de dependencia, también, calibrando de igual modo su terror y decidiendo su final. En cambio Snaut y Sartorius han perdido la razón. No se dedican a investigar Solaris, sino que han quedado anulados y recluidos en sus camarotes a causa de las inesperadas visitas.




El océano también crea en su superficie formas más o menos orgánicas, incluso miméticas, con la información que obtiene tanto de las mentes de los que han visitado el planeta (la solarística lleva muchos años en proceso) como de los objetos que caen en él. Es como si el mar, elemento pensante del planeta, intentara asimilar de alguna manera los conocimientos de los que le visitan, a la vez que éstos no comprenden lo que en él se lleva a cabo. 

miércoles, 6 de febrero de 2013

El relato de ficción que Borges calificó de "perfecto".


Realizando indagaciones sobre el tema del doble, he decidido leer “La invención de Morel” de Adolfo Bioy Casares. Y me he encontrado con la sorpresa de que también puede valer en cuanto a los miedos infundados.
Tras la llegada del protagonista del libro a la isla desierta y sus intentos por sobrevivir, cuando parece que lo tiene todo bajo control para subsistir y pasar desapercibido a las fuerzas de la autoridad que le persiguen para que pague un crimen (que por otra parte no se menciona en el libro), la isla es visitada por un grupo de personas de las que el protagonista se esconde constantemente. Su enamoramiento de una de las visitantes hace que se acerque a ellos más de lo recomendable dada su situación, pero él tarda en darse cuenta de que esto no ha de preocuparle.
Los miedos que refleja en su diario el fugitivo son comprensibles en un principio, dado que huye de la justicia, pero al ver que en distintos momentos los turistas no interactúan para bien ni para mal con él, hacen que sus miedos se conviertan en paranoia y se obsesione con ser invisible para el resto.
La pasividad de Faustine (su amada) con respecto a los intentos de cortejo por su parte es para él la prueba del rechazo de la mujer. Pero la actitud de ella, cosa que el protagonista no sabe, se debe al efecto del invento de Morel.
Todos los visitantes de la isla son una proyección de una antigua grabación (exposición clara del tema del doble) que realizó el inventor tiempo atrás en la misma isla. Las imágenes se superponen a la realidad, en el caso de los seres vegetales e inertes de la isla. Incluso sol y luna aparecen por duplicado, calentando y alumbrando más de lo normal y causando asombro en el polizón.
El protagonista anota en su diario cada una de sus impresiones, incluida la visión de este último fenómeno, tratada como un acto casi sobrenatural que como tal queda reflejado en el escrito.
La perpetuidad y la eternidad son motivos a tratar en esta novela de 1940. Precisamente el invento de Morel persigue la inmortalidad de los amigos con los que viaja a la isla. Lo que Morel no sabe el lector si sabe es que su invento los matará a todos. En el momento en que las máquinas graban cualquier objeto que se pone delante de ellos, la degradación progresiva de éstos, hasta la muerte, es algo irreversible. Pero, las imágenes siempre perdurarán.
Si contamos con la posibilidad de que Morel  contemple el fatal desenlace a consecuencia de su invento, como lo evidencian frases de la novela tales como “lo olvidaremos” o “esta isla será nuestro paraíso personal”, estamos ante una tentativa de asesinato con el objetivo de guardar para la eternidad los mejores momentos del grupo de amigos. Incluida la convivencia de Morel con Faustine que, de este modo, quedaría perpetuada a pesar de las evidentes reticencias de ella para con él. En este caso, por muy novedoso que sea el invento, no deja de ser una obsesión enfermiza el hecho de que todo se perpetúe en el tiempo tal y como Morel quiere. Es incluso criminal.
En cambio para el fugitivo, el hecho de que Faustine quede grabada es la posibilidad de prolongar su visión. Pero cuando descubre que lo que se graba acaba por morir de manera próxima, el desasosiego lo invade y opta por el  suicidio usando como matarife el invento. De este modo quedará para la eternidad al lado de Faustine, interactuando aunque sea de una manera artificial, pero así parecerá a los que lo vean en el futuro que la mujer lo correspondía al adecuarse los movimientos de él a los pregrabados de ella.
Antes, había tratado el suicidio de una manera optimista y otra pesimista dependiendo de su estado de ánimo. Se desesperaba por encontrar un modo para salir de la isla ante la pérdida del bote con el que llegó, pero también buscaba modos de acabar con su vida pensando en la subida de las mareas que podían sorprenderle mientras dormía. Es, no obstante, la angustia por no poder alcanzar a Faustine en la realidad, dado que está muerta como el resto de los seres filmados, lo que le empuja a terminar con su existencia haciendo uso de las máquinas filmadoras. Experimenta con su mano, que se degrada poco a poco. Y termina por exponerse por completo a los aparatos.
Lo único que el invento no puede reproducir son los sentimientos que abordaban a las personas en el momento de su grabación. Esto es lo que las aleja de una visión completa del doble, quedando las proyecciones de los objetos como meros reflejos en un espejo, que en este caso se torna la isla entera. 

Embarcarse en la aventura de "Morel" es poner a prueba la imaginación e intentar razonar sobre ella y el efecto que causa en nosotros. 


martes, 21 de agosto de 2012

Lágrimas


Necesitaba un motivo para llorar. Me puse melancólica y pensé en el pasado. Pero no encontraba motivo. Me arriesgué a imaginar y me trasladé en el tiempo hacia el futuro. Nada me suponía la tristeza. Decidí quedarme en el presente. Lloré.